De niño no me gustaban los libros ni las sotanas
Ni salir en procesión,
Era tan desobediente como el viento de poniente,
Revoltoso y juguetón,
En vez de mirar pal cielo
Me puse a medir el suelo que me tocaba de andar,
Y nunca seguí al rebaño,
Porque ni el pastor ni el amo eran gente de fiar,
Como aquel que calla, otorga,
Y aunque la ignorancia es sorda,
Pude levantar la voz,
Más fuerte que los ladríos de los perros consentíos
Y que la voz del pastor,
Empecé haciendo carreras
Por atajos y veredas muy estrechas para mí,
Y decían mis vecinos
Que llevaba mal camino apartado del redil,
Siempre fui esa oveja negra
Que supo esquivar las piedras que le tiraban a dar,
Y entre más pasan los años
Más me aparto del rebaño porque no sé adonde va
Writer(s): Maria Elena Bermudez Pinon
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